domingo, 5 de octubre de 2008

Quiero volver a Chingaza


Solo estuve un día, y es un plan para mucho más.

Un buen carro, compañía y paciencia!! Es indispensable para poder llegar a esta reserva natural Chingaza.

Ropita abrigada y tiempo para poderse quedar y no salir tan pronto entra, como lo hice yo.

Un camino largo, desde el que se empiezan a ver caídas de agua por las rocas del camino. Rocas que lloran agua pura.

Un camino con cruces para venados, y venados grises de cola blanca que se detienen por un segundo, el segundo necesario para dejarse tomar una foto. A veces, la emoción no permite aprovechar bien el segundo.

Corrientes de agua pura y una vegetación preciosa.

Un lugar para hospedarse y una zona de camping. Pero se necesita tiempo... para poder disfrutar esa maravilla.

Bueno también se necesita un permiso de parques naturales nacionales, para poder entrar.

Toca obtener ese permiso, y armar el plan... porque me quede con una deuda de ver el resto de los animales que conviven con los venados grises de cola blanca que tan noblemente nos dejaron pasear por su casa.

La llegada fue hermosa entre tantos venados y caídas de agua. La salida fue una lluvia torrencial, una noche oscura y una camino sin final. Por eso es que se necesita paciencia, porque cuando uno no conoce no sabe donde termina el camino, y el tiempo se le hace eterno.

La lluvia termina por asustar, y más que la lluvia la incertidumbre. La incertidumbre sumada al cansancio, produce desespero. Y el desespero colectivo no lleva a ninguna parte.

Un poquito de constancia, un poquito de paciencia, y los conductores con los ojos muy abiertos encontraron por fin una salida. Por fortuna para el hambre que se había logrado a través del día había unos buenos burritos y unas deliciosas costillitas esperando.

¡Qué habría sido de nosotros si no!

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