miércoles, 24 de agosto de 2011

Y el tercer día, el día final

Día 3. 

El tercer día fue el día final... en el que de alguna forma hay que recuperar el mundo real, ese que se queda atrás cuando se va de viaje a cualquier lugar sin saber a dónde va a ir a parar ni cuáles serán los pasos que se caminarán.

Fue ya hace bastante ese tercer y último día, pero no puedo avanzar en las nuevas palabras sin cerrar esas viejas. No puedo dar los nuevos pasos sin terminar de pisar los caminos iniciados. No se puede, porque no hay omnipresencia, estar aquí y allá... pero a veces se quiere.

Vistantes esporádicos como las mariposas en las flores.

De otro lado, aunque el cuerpo no puede, el corazón sí desarrolla esa habilidad de estar en una parte y en ninguna, de estar en una parte y en todas, de no estar estando y de no ser de vez en cuando.

El corazón es de otro cuento, es otra historia.

El corazón recibe visitas inesperadas, lo complejo no está en los visitantes sino en la capacidad de recibirlos. Pero ya lo he dicho, esta es otra historia que no puede ser aquí contada, una historia a la que le sobran nudos pero le faltan inicios y desenlaces, que cuando me encuentre podré poner por aquí. 

No puedo recuperar la banda sonora de la despedida, entonces dejo esta del momento en que el mundo se abre para poder darle la vuelta. 

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