Una vez te soñé y otra y otra...
Eras magia,
un instante sostenido
como si el aire pudiera guardarse eternamente.
Eras el aire.
Eras una obsesión
obsesionada
valga la redundancia;
eramos redundancia
amor de amores.
Eras un silencio
prolongado
una canción, un ritmo
un silencio y una melodía,
todo a la vez.
Eras un solicitud
y una oferta.
Eras un copo de nieve
ligero y finito;
una fortaleza
protectora (hacia dentro).
Yo te soñé primero
aunque hayas sido tú quien me encontrara,
no se te olvidé.
Yo te canté,
tu me encantabas,
y te conté
como se cuenta un cuento;
más bien
como se narra un sueño
sin hilo conductor,
pero con la emoción vívida
de lo cierto
aunque inverosímil
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