Pueden ser flores o balas las palabras, bien se sabe.
Su efecto no depende tanto de la fuerza con que son escritas, como de aquella con la que son recibidas.
Hay quienes, como héroes o mártires, se atraviesan en medio de la ruta de las palabras, para quedarse con las que creen son sus balas.
También los hay, que por narcisos, asumen como rosas suyas, incluso las que fueran dagas y se recuestan en ellas, hacen de ellas su jardín.
Yo he sido, sobra decirlo, de unos y de los otros.
Jardín |
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