Me sales tan bien cuando te sueño
y tan mal, cuando te extraño
que me imagino que
nuestro momento ideal
es mi deseo.
Sospecho entonces,
que nuestro tiempo es la noche
y quiero por eso
que estemos siempre
cubiertos de estrellas
y de besos,
aunque vengan con desconcierto,
y de secretos
aunque sean luego
por todos conocidos.
Sugiero, porque te requiero
(y re-quiero)
que no se acaben las noches
en que te sueño
y que se multipliquen los días
en que te deseo.
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